lunes, 11 de enero de 2010

Galápagos

Finalmente ayer salí a la calle. Un calor de locos...

Hacía dos meses que estaba encerrado en mi habitación con mis seis computadoras. El delivery de pizzas me visitaba día por medio para dejarme una especial de jamón y queso. Había logrado las 12.324 visitas en Facebook que me había propuesto como meta luego de leer el libro de autoayuda "Cómo lograr ser visitado sin que entren a tu casa", de Skarmateos. Porque yo no era nadie antes de eso.
El éxito vino inesperadamente, luego de varios intentos, cuando creé el grupo "No me toquen a las tortugas de Galápagos, eh!". Mucha gente se solidarizó conmigo, demostrando comprensión y por momentos compasión.
Anita, que es re amiga mía, aunque no sé muy bien cómo es ni qué piensa, me dijo alguna vez que la movilizaba mucho el hecho de que alguien que no vivía en Galápagos, que nunca había visitado la isla y, que ni siquiera tenía una idea precisa de su ubicación, se preocupara por este problema. Es más, su primer comentario me tranquilizó sobremanera, en especial en un párrafo donde afirmaba que, efectivamente, hay tortugas en Galápagos.

Porque, a decir verdad, yo no sabía mucho sobre el tema. En un viejo tomo de la enciclopedia Monitor, que atesoraba mi abuela como una joya, de chico vi una ilustración de una tortuga y la palabra Galápagos. La asociación vino de inmediato. Pasó mucho tiempo y, lejos de recabar en Wikipedia una información más precisa, tiré esa propuesta para ver qué onda. Porque ya había intentado otras alternativas, sin mayores resultados. "Salvamos a los perros suicidas del parque España" sólo tuvo dos amigos: una vieja de la protectora Alberdi, propietaria de uno de esos perros suicidas embalsamado en la heladera, y el noruego Leif, un estudiante de español que intentaba descifrar el idioma conectándose con gente de ese idioma. El noruego.
También creé un grupo de fans de Lanchita Bissio, un popularísimo actor que tuvo su esplendor en los 90.

Lo cierto es que ahora mi vida cambió. Luego de insistentes propuestas de organizaciones ecologistas, que rechacé casi por deporte, acepté integrar una de reciente formación, la TTW, The Turtle Warrior. El presidente de esa ONG, un ex guerrillero somalí, afirmó públicamente ver en mí un ejemplo a seguir, un líder a imitar, un guerrero de la ecología. Por tal razón me honró con la primera misión de la organización.
La idea parece temeraria pero según la TTW todo saldrá ok: deberé vestirme de tortuga, subir a un bote en la costa de Ecuador, partir hacia las Galápagos y acercarme a un destructor de la marina estadounidense para pintar la leyenda DONT KILL THE TORTOISES!, mirando desafiante a los integrantes de la embarcación.
No tengo muy en claro si los marines están matando tortugas pero la TTW dice que esto llamará muchísimo la atención, sobre todo en los medios... No estaré solo. Habrá cámaras que me seguirán. Desde la costa.
Y, por supuesto, todo podrá seguirse a través de mi grupo en Facebook o en uno creado para tal fin por la TTW, “Sé alguien. Muere por una tortuga”.


1 comentario:

paola dijo...

yo pude ver en vivo a estas tortugas en Ecuador y son muy lindas.. espero que no esten en peligro ya que la naturaleza de ahí es única..no se cuanto sera el precio de los pasajes a Galapagos pero es una buena opción para un viaje en el verano