viernes, 22 de febrero de 2008

Lost (III)

Luego de superar los trámites del aeropuerto de Florianópolis, subimos a una Traffic que nos llevó al hotel Dom Fish, en Canasvieiras. Subí como esperando no compartir ni siquiera el asiento con mi circunstancial amiga. Y así fue. Ella se ubicó detrás, al lado de una pareja sexagenaria que, según sus palabras, eran "re piolas, una masa". Poco antes de bajar el hombre, un tal Carlos, me dijo "Ya sé toda la historia de ustedes... se conocieron por internet". Yo no dije ni sí, ni no, ni nada. El tipo siguió aportándome datos como "¿Así que trabajás en un diario?" y cosas varias sobre mi vida. Me presentó a su mujer y me dijo que ellos, a lo sumo, iban a jugar a las cartas. "En cambio ustedes... je je".
Viviana hizo un gesto como de aprobación. No sé si sobre la última afirmación del hombre o sobre la más concreta posibilidad de que la pareja jugara a los naipes.
- Me imagino Juan que pediste dos habitaciones separadas, ¿no?, me dijo mientras caminábamos al hall del hotel.
- ¿Habitaciones separadas?, ¿alguna vez me hablaste de eso?
- Cae de maduro, Juan. Si ni nos conocemos. Aparte yo no sé qué hago viajando con un desconocido...
- ....
- La pago yo... si es necesario...
- No es por eso... es todo tan raro...
- Boa noite, dice la mujer dueña-encargada-conserje o lo que sea del hotel.
- Juan... hablale de las dos habitaciones...
- ...
No sé por qué misterio, y luego de una charla que no superó los quince minutos en un portuñol elemental, la señora nos dio una habitación más sin abonar ni un solo peso. Encima, me sonrío (quiero interpretar) como diciendo "Mejor que estés solo...".
En el camino a la pieza pensé "Es re puritana", "Tomará drogas y no quiere que la vea", "Le gustará estar todo el día desnuda" y miles de suposiciones más. "Sabés qué pasa, Juan, yo tengo una madre judía... si mi mamá se entera de que me acuesto con un desconocido...". "Pero tu mamá... sabé que estás acá?".


Primer llamado materno
Cada uno fue a su respectiva habitación. Yo me quedé sentado en la cama con la secreta intención de escuchar algún ruido raro, algún indicio de anormalidad... digamos, otro indicio más. Lo único que escuché fue el timbre del teléfono y la voz de ella, casi a los gritos... "¡Mamá!". Lo demás no lo quise escuchar (temí insólitas referencias a mi persona).
Minutos después, me golpeó la puerta y gritó "Abran... soy el jinete sin cabeza!!!". Abrí, estaba con una cosa-ropa negra (no sé cómo definirla) semitransparente, que dejaba adivinar la ubicación exacta de sus huesos. Descalza. Sonreía sin parar. Parecía fumada, pero no quise abonar a esa hipótesis. Sentí vergüenza.
- Bueno, ¿qué hacemos?, ¿vos comés?, dije naturalmente.
- A eso vengo, amigo... recién hablé con el chico que está abajo (?) y me recomendó una pizzería que sirve pizzas de frutilla con... bla bla bla... y además bla bla...
- Bueno, vamos...
La noche fue apacible, para mi sorpresa. Me contó algo de sus ancestros. Cada familiar suyo participó de algún acontecimiento histórico relevante. El bisabuelo estuvo en el acorazado Potemkin, la tía XX en Auschwitz, el tío XX cuando los rusos tomaron Praga... y así. Era interesante escucharla y tenía, a su favor, una cara muy bonita cuando estaba relajada. Sus ojos casi azules se iluminaban con los relatos. Pero, lamentablemente, la magia -y la serenidad- se terminaron esa misma noche.

Vamos a la playa
A la mañana del otro día fuimos al mar. Habíamos acordado, en el camino, que cada uno haría vida -digamos- independiente. Que si yo conocía una chica estaba todo bien. Y que si ella conocía un chico, ídem. Lo que no tenía previsto era que ella conociera a tres chicos.
Estábamos tirados en la arena cuando empezó a preguntar a cuanta mujer pasara "¿Se puede hacer topless acá?". Nadie sabía responderle. Hasta que yo le dije "¿Por qué no te vas a la secretaría de turismo, que queda allá (señalando una diminuta mancha marrón a 300 metros) y preguntá?". Yo emprendí una caminata, con la mente en blanco.
Pasó algo así como media hora, o más... Cuando volví encontré a Viviana sin corpiño, despidiéndose de un vendedor de anteojos para sol (Carlitos, no Carlinho), un vendedor de no sé qué (Júnior) y un circunstancial paseante (Rogério). Cuando llegué me los presentó como amigos de toda la vida... Juan, Rogério... Júnior, Juan... etc. Estreché las manos de estos muchachos que al despedirse me (nos) decían "Nos vemos esta noche", o algo semejante.
No le pregunté nada. Temí alguna respuesta preocupante.
Volvimos al hotel. Hasta que...

Vení que te cuento algo
Yo había llevado un libro de historietas de Pratt, del Corto Maltés. Lo leí en mi pieza esperando la noche, con muchas ganas de ir a bailar o algo así. Sabía que ella no iba "a esos lugares", por lo que tenía garantizada una salida en solitario. El ruido de la puerta me sobresaltó.
- ¡Crema de enjuague, Juan, crema de enjuague!
Abrí la puerta y vi algo semejante a ella, cubierta de una capa de espuma y los ojos cerradísimos...
- ¿Por qué no volvés a tu pieza?
- Bueno, dale... y vení que te cuento algo.
Llegué al cuarto y vi un desorden extraño, por calificarlo de algún modo. Dibujos en el piso, elementos de la religión judía, comida ídem, etcéteras. Ella pasó al baño, se secó, mojó o algo así, y salió diciéndome
- Hay algo que vos no sabés de mí.
Por mi mente pasaron varias opciones, como en un multiple choice.
- A mí me gustan los hombres.
- ...
- Pero muuucho... y también las mujeres...
- Ah...
- Tuve una novia que se llamaba como yo, Viviana... muy buena mina... murió en un colectivo en Tel Aviv, en la primera intifada.
- Y... ¿salieron mucho? (¿qué se pregunta en estos casos?)
- Dos años. Y bueno, lo que te quería decir es que el año pasado en XX dos chicos uruguayos me festejaron el cumpleaños... Muy bien los chicos...
- Eeeh... ¿te lo festejaron?
- Sí... la típica... uno por adelante, otro por detrás. Lo que me mata ahora es que tengo hernia de disco, ¿te dije?
- No... eso no...
- Bueno, sí... Y si lo hago con cuatro... porque no hace falta que te diga que estás invitado esta noche...
- ¿Esta noche?
- Ya acordamos con los chicos... aparte ellos ya están al tanto de nuestra historia...
- ¿Nuesta historia?