sábado, 28 de noviembre de 2009

Manuscritos

A comienzos del siglo XX, en una aldea cercana a Beth Javin, en el nordeste de Irankia, un grupo de antropólogos alemanes descubrió en un río de escaso cauce unos viejos documentos que dieron en llamar los manuscritos del río Javin. Los papeles estaban guardados en un asta de cérvido y constaba de 88 páginas en papel ilustración 300 gramos, impresos a cuatro colores, cosidos y pegados, con tapa dura. Lo de manuscrito era una licencia que se permitieron los investigadores para generar más interés en la comunidad científica, pero el contenido parecía no ser demasiado importante. Al menos eso se supo la semana pasada.

El doctor Stein
La expedición demandó 46 meses y fue una idea concebida por el pensador Rumualdo Stein, quien desde los 22 años imaginó que en ese lugar había una parte de un libro sagrado que para los irankios terminaría por cerrar un tramo inconcluso de su historia: cómo fue que surgió el hombre. Los irankios eran una comunidad monotemática que tenía como tema excluyente de conversación el origen de su raza y sus antepasados. Durante siglos sus principales monumentos hicieron referencia a esa incógnita. Monolitos con un signo de interrogación estaban esparcidos por todo el país.
Cuando Stein llegó al lugar que creyó el origen de esa civilización se encontró con un desagüe cloacal, un viejo caño plástico con la inscripción Municipalidad de Javin. Debajo de ese caño, enterrado el barro, un cuerno roto con un libro semidestruido parecían tener para Stein la respuesta, que dio a conocer en la revista Cool Scientist en un artículo que escribió a medias con el arqueólogo correntino Ismael Zenón Calvo.

La traducción
El gobierno alemán creyó ciegamente en la expedición de Stein. Los miles de francos invertidos en el largo viaje, la reputación del antropólogo y, sobre todo, la falta de interés por leer las larguísimas explicaciones sobre su derrotero dieron por sentado que Stein había encontrado lo que buscaba.
“El agua hará todo el resto”. Con esa breve frase los irankios construyeron su mundo, imaginando que toda la historia sería borrada para siempre por el diluvio de 39 días que padecieron.
Continúa

lunes, 23 de noviembre de 2009

Jornada

El tipo había preparado un encuentro sobre la información en los medios digitales. Era medio torpe, no muy lúcido, pero tenía una gran habilidad para relacionarse con gente que sabía lo que hacía. Se llamaba Ezequiel Innovi, pero se hacía llamar (o se autodenominaba) el Novi.
Hacía poco tiempo había ingresado en la revista de Fusión Multimedios, y creía que era necesario contar cómo era la redacción por dentro, cómo se cocinaban las noticias y, sobre todo, cómo hacía él para sobrevivir en un mar de egos. En su blog, elnoviselasabe.com, había posteado que estaba "harto de lo mal que se trabaja en Fusión. Su ingreso al medio parecía una salvación pero no, no se puede contra una sarta de inútiles. El Novi entiende que es hora de dar un paso al costado y volver a trabajar en la clandestinidad. Firmado: el Novi".
Debajo, 63 comentarios se hacían eco del reclamo: "Andate de una vez, quién te llamó?", "Era hora Novi, dejanos en paz", "El Novi sos vos?".
La Gran Jornada, como él la denominaba, estaba por comenzar. Ya la había publicitado en internet con un gran afiche, cuasi transgresor, donde mezclaba colores impensados con la sutileza de un simio ebrio. "Vuelven los Grosos. Lo mejor pasará en la Quinta".
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